Con este título hago referencia al articulo «jugando a atrapar la luz del sol» publicado por elpaís.com en mayo de este año donde nos habla de seis científicos del MIT en Massachusetts, entre los que se encuentra el español Amador Menéndez, que han desarrollado unas pinturas-tintes luminiscentes que aplicadas sobre una superficie de cristal capturan la luz solar, la concentran y la guían hacia los extremos donde una célula fotovoltaica la transforma en energía eléctrica.
A esta tecnología los científicos la denominan «concentrador solar luminiscente» y con ella se capta tanto la radiación directa como la difusa, lo que permite su funcionamiento en días nublados o en condiciones climatológicas adversas sin necesidad de recurrir a costos sistemas de seguimiento solar para hacerlo. Con este método se consigue aumentar la eficiencia de captura de la radiación en un 16%, situándola en el 81%, la más alta alcanzada hasta la fecha, además de ser un sistema integrable arquitectónicamente y de aplicación tanto en grandes instalaciones como en equipos de uso diario como teléfonos móviles, equipos electrónicos, etc…
Es evidente que las pinturas, por encima de sus propiedades decorativas, son productos tecnológicos que aportan cada vez mayores prestaciones a sus usuarios.