La madera: almacén de carbono

El CO2 que actualmente nos tiene muy preocupados por ser el responsable del cambio climático y de desastres naturales es básicamente emitido a la atmósfera en procesos de combustión del carbón, la madera, el gas natural y los de derivados del petróleo. En este proceso se libera el carbono que se encuentra fijado en depósitos naturales en forma de madera en bosques, y en los yacimientos subterráneos de carbón, gas y petroleo.

El responsable de este desequilibrio es el hombre en su actividad diaria al provocar la liberación de este carbono a la atmósfera en forma de CO2. Para volver a la situación de equilibrio es necesario actuar en dos vertientes, dejar de liberarlo y fijar el que se encuentra en la atmósfera.

Para reducir la emisión se recurre principalmente a las llamadas energías renovables que la generan sin emisiones de CO2.

Para fijarlo de forma natural se hace en los arboles y plantas en forma de materia orgánica liberando oxígeno a la atmósfera con el proceso de la fotosíntesis. La retención del carbono en los bosques «no gestionados» alcanza un equilibrio entre la fijación y las pérdidas naturales, para que este proceso continue indefinidamente se «gestionan» los bosques dejando espacio a nuevos arboles y al continuo crecimiento de los existentes.

Otros procesos de fijación artificial son minoritarios, se encuentra en experimentación enterrar el CO2 que se emite en las chimeneas en forma de líquido comprimido en la profundidad de la tierra, y los «árboles sintéticos» en forma de torres con ramas de un material plástico capaces de absorber CO2 a medida que fluye el aire, que se atrapa en un filtro y se entierra en forma líquida.

Podemos considerar la madera cómo un almacén muy estable del carbono, aproximadamente el 49% de la masa es carbono. La vida útil de la madera en muebles y construcción se estima entre 20 y 75 años, además se puede ampliar esta vida reparando los objetos creados y reciclando los residuos (tableros aglomerados, papel, etc..), y al final recuperar su energía quemándolo en sustitución de otros combustibles fósiles. La intensidad de emisión de CO2 de la madera frente a la energía generada es inferior al de otros combustibles como el carbón, gas natural y otros derivados del petróleo.

Se calcula que 1 m3 de madera almacena el equivalente 0,9 tm de CO2, y además la producción de 1 m3 de un objeto de madera frente al uso de otros materiales equivalentes como el acero, cemento o plásticos evita la emisión por término medio de 1,1 tm de CO2. Sumando ambos valores se llega a la conclusión de que la utilización de 1 m3 de madera evita la emisión de alrededor de 2 tm de CO2, y de esta forma se obtiene un impacto ambiental positivo frente al negativo del uso de otros materiales.

Ampliar el uso de la madera no sólo supone en muchos casos un ventaja estética sino que ya es una necesidad ambiental. Considero que en pocos años vamos a ver crecer de forma importante el uso de materiales nobles como la madera en la construcción y afines, y el papel en el comercio, tanto por concienciación social cómo por ser una posible y deseable actividad subvencionable, al igual que ya son las energías renovables.

¿Veremos en el futuro los arboles como «equipos fijadores de carbono» y la madera como su «almacén»…?

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