Primeros datos medioambientales positivos, nuevas oportunidades

Aunque una parte de las mejoras que voy a tratar a continuación se deben a la coyuntura económica actual, lo cierto es que marcan una tendencia positiva y evidencian la posibilidad de mejorar otros aspectos medioambientales menos desarrollados.

Un dato muy positivo es la disminución de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, a finales del 2009 se han registrando valores de hace una década que se deben tanto al descenso de la actividad económica cómo al importante desarrollo de las energías renovables, reducción que también se da a nivel mundial de forma menos acusada. En los primeros meses del 2010 la producción de las renovables no ha parado de crecer, tanto por aumento de instalaciones cómo con las favorables condiciones meteorológicas se han batido récords de producción, en febrero las necesidades eléctricas del país se han cubierto en un 19,4% y un 17,1% por la eólica e hidráulica respectivamente, y sumando el resto de fuentes renovables se ha alcanzado el 51,9% con una reducción del 32% de emisiones procedentes de este consumo respecto al mismo periodo del año anterior. En ciertos momentos fúe necesario parar la producción en parques eólicos al no ser absorbida por la demanda y no poder exportar más debido al aislamiento energético que sufre la península.  Además en el 2009 han aumentado de forma importante los derechos negociados de dióxido de carbono que proceden de la puesta en marcha de plantas de energía con tecnología limpia que ahorran emisiones y que se venden en forma de créditos como mecanismo de compensación entre empresas.

Otro buen dato es el elaborado por la Sociedad Española de Ciencias Forestales (S.E.F.C.) que indica que en España se ha incrementado un 130% el número total de árboles en los bosques desde 1975, unos 10.000 millones de nuevos ejemplares siendo el segunda país del mundo que más bosques crea, solo superado por China y dobla la capacidad de Estados Unidos, y todo esto pese a la urbanización indiscriminada de los últimos años y a los incendios forestales sufridos. También debemos sumar el crecimiento en número y superficie en certificaciones forestales PEFC que garantizan una gestión sostenible, y la mayor concienciación social respecto al retorno del uso de la madera en la construcción y decoración por sus excelentes propiedades y su carácter fijador del carbono atmosférico.

Otro efecto positivo es el que se está produciendo con la reducción de emisiones de compuestos orgánicos volátiles a la atmósfera que se deben tanto al desarrollo de la legislación que las regulan cómo por la reducción de la actividad económica general. Aunque no he encontrado datos fiables sobre las cantidades emitidas y su evolución tengo evidencias prácticas de que este es un hecho muy notable.

Estos datos positivos resaltan otros aspectos por desarrollar en nuestro país, uno de ellos es el tratamiento de residuos donde de los tres métodos existentes, almacenamiento, incineración y recuperación, en España solo se recicló el 32% en el 2006 frente a la media europea del 43,6% situándonos en la cola de los países europeos en utilización del tratamiento más adecuado. Otro tema pendiente es la gestión del agua donde debido a que su precio continúa siendo demasiado bajo, no se consiguen reducciones importantes del consumo en hogares y ni de vertidos por parte de las industrias.

Otro dato negativo es la falta de aprovechamiento de la biomasa forestal de nuestro país para fines energéticos estimada en unas 6,6 millones de tm anuales en condiciones económicas, ecológicas y técnicas adecuadas y que la industria del tablero no tiene capacidad para absorber en su actividad industrial. En el plan de energías renovables 2005-2010 (PER) se diferenciaba los objetivos de generación eléctrica y la de usos térmicos, dando preferencia a la primera y que sólo ha sido posible cumplir en un 32% del marcado debido a la inferior prima a percibir por la energía procedente de residuos forestales frente a la de cultivos energéticos y a que los promotores de estas instalaciones no obtienen garantías suficientes de suministro fiables y a precio estable que permitan inversiones seguras a largo plazo, condiciones que sólo pueden ser garantizadas por superficies de gestión pública. Es curioso ver cómo en España se fomenta la producción eléctrica con biomasa y la calefacción en hogares con gas natural cuando la producción eléctrica con biomasa tiene una eficiencia del 21,4% frente al uso del gas con ciclo combinado pero una eficiencia del 80% de rendimiento de producción térmica frente al mismo. Ante este bajo aprovechamiento una parte importante de nuestra biomasa se exporta por ausencia de demanda nacional y gracias a su elevada calidad.

Nuestro país, ante la presente crisis del «ladrillo», el notable retroceso de la industria, los deteriorados sectores agrícola y ganadero, y las dudas sobre el turismo se enfrenta a la necesidad de una profunda reconversión. Estoy seguro que a los aspectos negativos anteriores podemos añadir otros que junto a nuestras condiciones ambientales se pueden considerar oportunidades que nos acerquen a una nueva economía basada en el respeto al medio ambiente. Una situación similar es la que se ha dado en Valonia, región de Bélgica que junto a Inglaterra fúe una de las regiones pioneras en el proceso de industrialización en el siglo XIX con potentes industrias minera y siderúrgica que cayeron a finales de los años 1960 en depresión, y que han sido capaces de crear una economía sostenible con la concienciación de los poderes públicos, los ciudadanos, las empresas y utilizando como eficaz herramienta los clusters (redes de empresas, universidades, centros de investigación y formación que se agrupan voluntariamente).

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